Utilizamos la luz solar como punto de referencia para nuestras vidas. Nos levantamos al amanecer y nos retiramos cuando oscurece. Está demostrado que quienes reciben mayor cantidad de luz natural durante el día, luego duermen mejor por la noche y se despiertan al día siguiente con más energía y lucidez.
Bajo la iluminación natural mejoramos nuestro rendimiento laboral, soportamos mejor el estrés y sentimos menos fatiga ocular. Además, somos más proactivos y eficaces a la hora de tratar problemas y enfrentarnos a situaciones complejas.
En un local comercial, la luz natural favorece la sensación de bienestar. Por lo que si se emplea de forma inteligente influirá de manera positiva en la psicología del cliente, y éste se sentirá más motivado a comprar. Por eso actualmente se trabaja con este tipo de iluminación como si fuera otra herramienta de diseño y marketing, porque al contrario que la luz artificial, la claridad natural aporta calidez al ambiente además de iluminación.
En una oficina, los trabajadores que desarrollan sus tareas en un entorno de luz natural suelen tener menos problemas de salud que quienes realizan sus actividades en espacios cerrados sin ventanas. Esta información se puede verificar en los últimos informes que estudian el rendimiento de los trabajadores según los distintos tipos de iluminación ambiental a que están sometidos.
Pero la incidencia de la claridad solar en un entorno laboral también presenta inconvenientes. La luz natural no se mantiene siempre uniforme en dirección e intensidad, sino que cambia con frecuencia a lo largo del día, dependiendo de la horas y de las condiciones atmosféricas.
Ademas, la claridad del Sol sobre los ojos puede ser demasiado intensa y producir deslumbramientos y molestias visuales. Lo mismo sucede con los reflejos de luz sobre una mesa, un cristal o un espejo. Por eso siempre se recomienda evitar la incidencia directa de los rayos solares sobre los puestos de trabajo. Para ello, lo correcto sería reducir su potencia y difuminarla con ayuda de cortinas, pantallas o estores.
También podemos jugar con los revestimientos de los locales, empleando acabados mates en paredes, techos y mobiliario. De esta manera reducimos la aparición de contrastes lumínicos, y de brillos y reflejos que deslumbren.
Pero es complicado llevar la luz natural a estancias sin ventanas en el interior del edificio. Una posible solución son los conductos reflectantes de luz solar, también llamados tubos solares que, mediante la reflexión del sol por su interior, provocan una iluminación cenital que evita los deslumbramientos. En reformacoruna.com tienes un artículo más detallado sobre esta instalación.
Sin embargo, esta solución no siempre es posible llevarla a la práctica, y además no sirve cuando lo que se pretende es enfatizar un rincón, un ambiente o un objeto. En este caso no quedará otro remedio que recurrir a una luz artificial o decorativa.
En la iluminación artificial no tenemos los colores ultravioleta ni infrarrojos procedentes de la radiación solar. Estos colores no son visibles al ojo humano, pero aportan salud y bienestar a nuestro organismo. Esto significa que nunca podremos conseguir un nivel de luz similar a la del sol, pero si imitarla y acercarnos a ella.
Uno de los principales objetivos de luminarias es lograr que emitan una luz lo más parecida a la natural, para conservar nuestra visión y no forzarla al apreciar los detalles. Para ello se recurre actualmente a la tecnología LED, que consigue colores nítidos y naturales a cambio de un consumo muy reducido.